jueves, 24 de julio de 2008

Trayectorias

Viendo el otro día en la tele la sobrevalorada comedia australiana "La boda de Muriel" (1994) supe que se había quemado el jardín antes de que lo supieran los personajes (excepto la madre, loca, en estado presuicida, que es quien le había pegado fuego). La secuencia sitúa a los hermanos en una habitación con una ventana abierta que es por donde ha de llegarles el olor a hierba chamuscadada pero, por un fallo de la script o del escenarista, el olor me llega antes a mí. O sea que cuando se ponen a gritar y la cámara ofrece, en un picado desde la ventana, la imagen del jardín quemado (de hecho un patio de vecindad con cuatro hierbajos) yo ya no estoy sorprendido por el incendio sino enfrascado en la búsqueda de una explicación racional del raro recorrido de las emanaciones.

2 comentarios:

Karacharaka dijo...

...pero y cómo acaba la escena, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos............!!!

Ferrer Lerín dijo...

La historia está acabada, Carl. Pero he insertado otra entrada en la que, de nuevo, se trata el fenómeno.