miércoles, 29 de octubre de 2008

El mecánico

Se trata de contar las peripecias de un joven mecánico de automóviles. A la manera de Burt Lancaster en “El nadador”, que cruza a nado las piscinas de las casas de sus vecinos hasta llegar a la suya, el joven mecánico se apropia de berlinas, deportivos, rancheras, para desplazarse por un gran país; de hecho atraviesa los EEUU de sur a norte. El relato podría atender aspectos morales, recrearse en la violencia, describir los escenarios, mas prefiere centrarse en la relación hombre-máquina. Así se eluden detalles como la lógica presencia policial, los pormenores de cada robo y el marco gigantesco de la aventura. Surgen dudas ante cuáles son las razones por las que abandona los vehículos pero, al final, se rechaza el agotamiento de combustible o la estrategia del despiste; se elige la razón más coherente con la idiosincrasia del héroe: desea probar más coches, sorprenderse, domeñar variadas arquitecturas. Volviendo al séptimo arte, George C. Scott, en “Fuga sin fin”, antepone el rugido del motor al rugido del dinero.

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