viernes, 24 de abril de 2009

Reconsideración del paisaje inmediato

Una violenta praxis proteccionista llevó al autor de estas líneas a recoger durante décadas los plásticos, latas, vidrios y demás desperdicios humanos, no fácilmente degradables, de las lindes de los caminos, sendas y claros de bosque. Creía que estaba haciendo lo apropiado. Y no sabía que una violenta praxis esteticista causa y motor de todos los movimientos naturalistas estaba trabajando en contra de las especies vegetales y animales a las que, de modo encarnizado, tratábamos de conservar y proteger. Hoy sé que las rezumantes latas de sardinas, los pegajosos envases de yogur, las compresas sucias, las cajetillas de tabaco reventadas, las bolsas de supermercado, las latas de refresco abiertas y los briques desprovistos de tapón, suponen un refugio incomparable y, a veces, una provechosa fuente de alimento para invertebrados y pequeños vertebrados así como una ayuda en la germinación y desarrollo de plantas y hongos. Ahora sólo queda reconsiderar, reeducar nuestra mirada, ver simetría, composición, cromatismo, armonía en suma, en la distribución azarosa de estos vertidos, reclamarlos para apreciar en todo su esplendor la margen del olivar, la acequia hortelana, el sendero de la ermita dominguera o la orilla tortuosa del arroyo de montaña.

3 comentarios:

Anónimo 4 dijo...

No está mal, si no podemos evitar ser gamberros aecológicos, ya tenemos con qué eludir la mala conciencia. Magnífico final: "reeducar nuestra mirada, ver simetría, composición, cromatismo, armonía en suma, en la distribución azarosa de estos vertidos, reclamarlos para apreciar en todo su esplendor la margen del olivar, la acequia hortelana, el sendero de la ermita dominguera o la orilla tortuosa del arroyo de montaña". Un estupendo diálogo material entre especies.

Ferrer Lerín dijo...

A veces manejar la ironía conduce a campos inesperados. Lo que quiso ser una boutade deviene artículo de fe razonado desde la ciencia y puerta abierta a la renovación de los cánones de la belleza.

Anónimo 4 dijo...

Sin embargo he creído -es más, lo he visto- que entre tanta basura sí se puede cobijar y crecer toda clase de bicharracos. Habría que preguntarles a estos últimos qué ideas tienen sobre la estética medioambiental... Esa práctica de limpieza la ejercí -años atrás- en una riera de La Selva, recojiendo cuanto plástico tiraban algunos payeses. (Da capo): No sé si aquello era del todo ecológico, pero al menos -egoísta dominguero que fui- sí que parecía quedar todo más bonito...