miércoles, 24 de noviembre de 2010

De nuevo

Inicié la redacción con grandes bríos y con la buena sensación de que no se iba a interrumpir. Sin embargo en la frase “llegamos a una ciudad en la que las mujeres debieron de llevar bigote” quedé dudando si no sería mejor la fórmula “dejarse bigote” o quizá incluso “lucir bigote” y perdí los bríos, la fuerza creativa y la esperanza de conseguir el relato definitivo, el que me llevara a ganar el Premio Manzana Dorada y Guacamoles. Un tipo boludo, de esos que uno desea humillar con expresiones como “deja de esconderte detrás de la ironía” estaba, en su labor agrimensora, delimitando el espacio que ocuparan esos pelos en el cadáver reciente de una viuda rica y, al tiempo que sonreía, farfullaba “vean lámina del chimpacé en la Biblioteca Universalis”. Regresé pronto a casa. Ya nada me retenía en la Feria de la Literatura. Abrí el armario del cuarto de los niños y guardé, junto a las cañas de pescar canguingos, los útiles de escritura. Luego saqué el arma de la caja de los sellos. He vuelto a fracasar pensé, mientras me pegaba un tiro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El texto me lleva a "El Dios salvaje"

claudio dijo...

Y, por si fuera poco todo lo anterior, erró el disparo.

Joan Marrugat dijo...

Con la Derringer PostStampBox del 22 ya se sabe; un pelin de bigote la encasquilla.

Istefel Von K. dijo...

Es cierto.
Todos los trabajos, como bien escribisteis, llevan a la sedimentación, o bien por asfixía, o bien por retraso en los pagos, o bien por una deficiente alimentación a las horas convenidas, o bien por un descarrío secundario que nos lleva a otras ocupaciones baladís, o bien por llevarnos la nausea a zonas de conducta imprevisble, o bien por las desidías nunca anuladas, o bien por la propia monotonía en las horas que vienen, o bien , simplemente- como en mi caso- por completa falta de cualidades inherentes y necesarias al efecto.
Todo el conjunto llueve sobre la almohada y luego, al mirarnos al espejo, esa exorbitante mujer siempre
nos
acusa.
El simple acto de llevarnos una migaja de pan, nunca mejor dicho a contrapelo y en el interior de nuestra boca femenina, es poco menos que una imposibilidad de factum.
(Pero incluso el desarrollo tan sencillo de articular la falange presionando el gatillo
.......)

Anónimo dijo...

Porque será? que el parecido con el labio superior del chimpancé se da más en las mujeres que en los hombres. Y no vengan con lo del machismo, es una evidencia