jueves, 25 de marzo de 2010

Series


El texto menos apreciado de mi producción literaria se titula “Series” y constituye una sección del libro misceláneo Papur. Pocos han sido los comentarios y todos han atendido en exclusiva el trasfondo naturalista -la defensa de la eliminación de determinadas especies animales domésticas gravosas con el medio- dejando huérfana la intención principal que no es otra que la plasmación de un ejercicio muy grato al autor: la cita de ejemplos de progresión y finalización, de avance y acabamiento. De hecho algunos hábitos neuróticos muy extendidos, como la obsesión por la limpieza hogareña, proporcionan tanto placer al llegar a término como al recorrer el camino que permite conseguirlo.

¿Qué es lo que me atrae de los procesos de eliminación de palomas, perros y gatos? ¿La eliminación en sí? ¿El hecho de que exista un problema y se resuelva mediante la eliminación? ¿La posibilidad de procurar alimento con los cadáveres de palomas, perros y gatos a las especies necrófagas salvajes? ¿La eliminación de un competidor para la fauna salvaje? Todos son, sin duda, argumentos convincentes en un individuo imbuido de extrema ética ambientalista pero, en mi caso, hay algo más, diría que hay algo que es lo principal, la razón primera de por qué acometer o aplaudir esos procesos y que es la redacción de la crónica de una progresión hacia una meta entendida como culmen, la pormenorización de los pasos encaminados a alcanzarlo y el vacío final, la pulcritud absoluta. Las dos secuencias –todos los buitres han llegado al dormidero o han bajado a la carroña y todas las palomas domésticas, todo los perros y gatos han quedado eliminados- conforman una fuente de goce aritmético, místico, genésico (se manifiesta en el raquis) y ese goce constituye la razón de su escritura y de su inclusión en un libro aunque en el caso de la segunda secuencia exista otra razón poderosa: se elimina la plaga, esa fácil calamidad que propicia la no diferencia entre la fauna doméstica y la salvaje y aplica los criterios de peligrosidad sanitaria (parásitos, enfermedades transmisibles al hombre) y estética (deyecciones, animales poco lustrosos), propios del hacinamiento y degeneración de la fauna doméstica, a la fauna salvaje que es la única por la que los conservacionistas venimos luchando desde hace ya muchas décadas.


martes, 23 de marzo de 2010

Moción

Conocer en qué momento descubrió el movimiento de las cajas carece de importancia. Un rincón del patio destinado a guardar viejos enseres protegido de la lluvia por un cobertizo de uralita y resguardado del viento cierzo por la orientación sureste. Y allí la madre o quizá la hermana colocaron dos cajas vacías, una que contuvo Frutas de Aragón JAYSSO y otra Fettuccine al huevo GALLO. Ya digo que carece de importancia saber cuándo fue la primera vez, pero sí que tuvo pronta constancia de que las dos cajas se movían, avanzaban hasta quedar fuera de la vertical del borde del vuelo por más que las empujara hacia dentro sobre una superficie sin pendiente, rugosa, de cemento, en un lugar sin gatos, perros u otras bestias domésticas o salvajes. ¿Una obsesión la espera de la primera luz del día para comprobar si durante la noche se habían movido? Quizá sí pero no logró despejar la incógnita, moriría sin saber qué fenómeno era ese, y no quiso nunca hacer partícipe a nadie de su desasosiego, de su curiosidad extrema. Se llevó a la tumba el misterio del movimiento de las cajas o, mejor dicho, la constatación del mismo.

viernes, 19 de marzo de 2010

RTU

Resuelven la obstrucción de mi tracto urinario inferior mediante Resección Transuretral del adenoma prostático. Veinticuatro horas después el cirujano, en breve charla, me comunica que de las dos secuelas habituales descarta una, la incontinencia, y para la otra, la impotencia, sugiere una visita al departamento de préstamos de la biblioteca del propio hospital donde he de solicitar Ingleses excéntricos de Edith Sitwell, en la edición de 1989. Sorprendido -no recordaba que la obra de esa señora contuviera pasajes de gran carga erótica- sigo a la bibliotecaria hasta un pequeño almacén y sólo entrar se desabrocha la blusa, se arrodilla, afloja mi pantalón y atestigua que RTU no dejó esa secuela. Nunca sabré qué depara la edición de 2009.

martes, 9 de marzo de 2010

Agacino

Diversos comentarios en diversos lugares de esparcimiento llevan al investigador Luis A. P. a notificarme por carta “que algunas tribus costeras de África Occidenal defienden la existencia de criaturas antropomorfas que viven en el mar, asaltan las embarcaciones por la noche y enloquecen a los tripulantes”. Casualmente me hallo en proceso de revisión de la biografía del entomólogo español Eugenio Morales Agacino (1914 – 2002) lo que me permite constatar que este sabio descubrió, en uno de sus viajes científicos, una colonia de focas monje en las costas de Mauritania. Los ejemplares de dicha colonia, aún existente, pudieron (o pueden, la cita de Luis es atemporal) ser las criaturas mencionadas por las tribus costeras. Como remate y para vergüenza general aporto una síntesis de la historia reciente de la foca monje en España:


Los topónimos "Cueva de la vaca", "Punta del lobo", "Isla de lobos", hacen referencia a la especie, también conocida como lobo, vaca marina y vedell marí.

A comienzos del siglo XX la foca monje fue exterminada del litoral llano de Cataluña, Levante y Andalucía quedando relegada a algunos puntos de la costa rocosa de la provincia de Gerona, al sector comprendido entre el cabo de San Antonio y el de Gata en la provincia de Almería, y al archipiélago balear. Pero el desarrollo turístico de los 50 acaba con las relictas poblaciones de la Costa Brava al tiempo que en Mallorca, por los mismo motivos, deja de reproducirse en 1951, siendo masacrados siete años después los dos últimos ejemplares; uno a golpes de remo al quedar atrapado en las redes de los pescadores de Cala Montdragó, en Santanyí, y el otro muerto a tiros por la Guardia Civil en Cala Tuent, en el término de Escorca, a instancias municipales.

En Canarias la extinción fue anterior. Aquí las colonias de focas eran muy numerosas, con varios millares de ejemplares, pero la caza para la obtención de cuero, grasa y carne, acabó con ellas.

En 1951 moría en Alicante la última cría peninsular conocida, víctima de un hachazo y, en el cabo de Gata, hasta mediados de los 60, sobrevivió un pequeño grupo. En general, la persecución fue tan concienzuda que en los años 70 sólo quedaban cinco ejemplares en las costas españolas y a comienzos de los 80 solo quedaba uno.

Actualmente las Islas Chafarinas son el único lugar del territorio nacional donde existe la especie, representada por uno o dos ejemplares. Allí vivió, hasta principios de los noventa, el célebre "Peluso", un macho de avanzada edad que se haría popular tras una aparatosa operación de captura para liberarle de un aro de una red de pesca que le aprisionaba el cuerpo y que murió posteriormente por causas desconocidas.

Como curiosidad decir que en un documento periodístico de principios del siglo XX se da noticia de la presencia ocasional de focas monje en el río Ebro a la altura de Zaragoza, sin precisar en qué años pero antes, claro está, de la regulación del río mediante presas.

sábado, 6 de marzo de 2010

Pioneros




























De cuando las guerrillas ecologistas. Concepción Jiménez Castro y Francisco Ferrer Lerín sobre una alfombra de huesos en el comedero para aves necrófagas de Camarasa (Prepirineo de Lérida). 1973.

jueves, 4 de marzo de 2010

Varios, 3

“Um caranguejo na lama”. Lêdo Ivo. Réquiem.

“...acudiría el improbable insecto...” Marcel Proust. Sodoma y Gomorra.

A la pregunta de por qué incluyó a Alberto Sordi en Roma, Federico Fellini responde que “por ser muy cruel”. Lo cuenta Gore Vidal en el filme de Eckhart Schmidt Mit den Augen der Anderen (2003).

Dos paronomasias consecutivas: “...con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenía tanta lástima de mí como del lastimado de mi amo...” Lazarillo de Tormes

“No a todos les está el puro, no más a los hocicones.” (Proverbio mejicano recogido por Alfonso Reyes en Marsyas o del tema popular)

lunes, 1 de marzo de 2010

Glu Gulaguer





















Parece que mi amiga Pilu Sesma Lorenzo ha encontrado el lugar donde reposan los restos del perro Glu Gulaguer, sujeto del poema colofón del libro Fámulo. Se trata de un discreto y espontáneo cementerio canino situado en un pinar ralo de evidente sabor mediterráneo.