miércoles, 16 de marzo de 2011

A propósito de "Familias como la mía" (2)

Intensidad.

La sensación de intensidad que transmite Fámulo aun abriendo el libro al azar, la sensación de intensidad que transmiten casi todos sus poemas, no se da en una apertura azarosa de Níquel, la primera parte de Familias como la mía, donde surgen, con cierta frecuencia, desvanecimientos y tiempos muertos pese al carácter fragmentado del discurso, carácter que busca no alargar en demasía los “capítulos” dándoles autonomía frente al total. Sin embargo la eliminación de los espacios separadores en blanco, en aras de dar a la obra un aspecto más evidente de “novela”, rompe esta compartimentalidad y diluye, por lo tanto, la acción reparadora de aquella argucia. Consuela saber que, según los teóricos, mantener la intensidad en una obra narrativa de regular extensión es tarea casi imposible y, a lo mejor, ni siquiera deseable.

3 comentarios:

Clara dijo...

amén

Francesc Cornadó dijo...

No solo la intensidad, también el ritmo, sobre todo el ritmo.
La poesía condensa y en el caso de Fámulo es como un alambique. Esto no es posible conseguirlo con la novela ni siquiera con el cuento. Haciendo un símil, la novela sería una filmación, el cuento sería una fotografía y la poesía sería el halo, el murmurio de la imagen.
Salud

Francesc Cornadó

Anónimo dijo...

En el caso de "Fámulo" la poesía se transforma en un medio natural de tradudir la intuición pura de un instante, o de su recuerdo. Mientras lo vivimos a través de su lectura vivimos también en la verdad de esa emoción. Si la poesía genera un discurso alógico donde se suspende cualquier capacidad de negación, el ámbito de la afirmación se apodera de todo el mundo y no deja subsistir la excepción de la contradicción. La poesía no es solamente otro lenguaje; es otra mirada en la que se opera una disolución general de las referencias, objeto, sujeto y mundo se confunden en la misma atmósfera patética y lírica.