sábado, 6 de agosto de 2011

Un macho de cernícalo que nos salvó la vida

El extremo derecho del parachoques de la furgona tras seccionar el cuello de Nekane y machacar la cabeza de Eneko se ensañó con la caja torácica de mi esposa Dolore y, a mí mismo, me dejó parapléjico en un respiro. Pero el grito de un macho de cernícalo al levantarse de una rama seca de un chopo me distrajo durante la maniobra de encendido del motor y supuso que la incorporación a la N 330 desde la N 240 se retrasara lo suficiente para no ser arrollados.

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