martes, 30 de agosto de 2011

Nombres vulgares de algunos peces cartilaginosos

Quimera o tiburón fantasma
Tiburón bello durmiente
Tiburón alfombra
Tiburón ciego
Tiburón réquiem
Tiburón comadreja
Tiburón vaca
Tiburón volante
Tiburón zarza
Tiburón vista
Tiburón cuerno
Wobbegong
Cañabota gata
Tollo pajarito
Peje perro de nariz de flecha
Tollo cigarro
Cerdo marino antillano
Tiburón soñoliento
Suño cerebrado
Tiburón limón
Tiburón grácil
Tiburón nervioso
Tiburón trozo
Alitán viperino
Pejegato campechano
Cañabota ojigrande
Quelvacho bobo
Galludito
Tollo granulado
Tollo diente de peineta
Tollo negro elegante
Tollo lucero peine
Pailona ñata
Sapata lija
Bruja terciopelo
Galludo raspa
Angelote ornamental
Falsa pintarroja de gargantilla
Pejegato pimienta
Pejagato playero
Tiburón vitamínico
Tiburón azotador de ojos grandes
Marrajo sardinero
Solrayo

sábado, 27 de agosto de 2011

sábado, 20 de agosto de 2011

Partida doble

He ido al encuentro de la muerte y ha llegado por partida doble. Por un lado la esquela, pegada a las rejas del atrio occidental catedralicio anunciando la muerte de Gordito Relleno, compañero de tapete durante decenios y compañero de ingesta de un jamón de Trevélez y tres botellas de Dom Pérignon en una noche memorable, mano a mano, sentados en el exterior arbolado de su fábrica de cemento. Y, por otro, un ser transparente muy alto y delgado, con venas verdosas y ojos hundidos, al que llaman Semen, esperando a los peatones para explicarles quién era de verdad el fallecido, qué había detrás de la fecha de defunción, del nombre y de los apellidos; un ser transparente más cercano a la muerte que el templo vetusto y la esquela mal pegada con papel engomado. Para mí ha sido una partida doble, un encuentro doble, lo que yo buscaba y lo que ha venido, la información mural y el cancerbero elocuente. (Empiezo a creer que la atracción que siento por las notas necrológicas excede a la curiosidad por la onomástica y se debe a la necesidad de irme acomodando al mundo de los difuntos.)

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Otra referencia a ese lugar en http://ferrerlerin.blogspot.com/2008/04/una-giornata-particolare.html

Canturreos

Ha ocurrido lo imprevisto, casi lo inimaginable, José Luis Sampedro, de viaje por el nordeste de España, ha necesitado ayuda odontológica y una señora sureña le ha concertado cita con Belita, una dentista local. Sampedro, a la salida, ha comentado que Belita canturreaba por lo bajini. Nunca pude pensar, al escribir Familias como la mía, que pudiera darse un encuentro entre estos cantantes, que son inconscientes de su ejercicio de canto. (Por si alguien no lo recuerda ambas personas son nombradas de esta guisa en ese libro: “...pegado a Nora, excitado como siempre que me hallo junto a ella, escucho complacido el canturreo de mi hembra, esa cancioncilla indefinida que susurra cuando es feliz, una costumbre que sólo grandes personalidades –José Luis Sampedro, Belita, Nardo Vuelco- son capaces de mantener durante toda una vida...”)

miércoles, 17 de agosto de 2011

Iconografía 7




















“Antes, no hace mucho, mutabas a mayor velocidad; querido niño, tarreña viva, ruisseau des singes, mi rojo obús.” (Familias como la mía. Pág. 332)

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Excursionistas. Ruisseau des singes, Argelia. Años treinta.

viernes, 12 de agosto de 2011

miércoles, 10 de agosto de 2011

domingo, 7 de agosto de 2011

Diálogos 2

Diálogo entre una Gitana vieja delgada vestida con ropa blanca de ballet y su Perro pastor alemán. Paseando.


G.- Pedante.
P.- ¿?
G.- Eres un pedante.
P.- ¿?
G.- Moreno, moreno.
P.- ¿?
G.- ¿Cuánto tiempo hace que te ves reducido a esta forma de vida?
P.- (Gruñido)

[Inaudible. Se alejan]

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Santander. Frente al Casino. A las 20 horas del 5 de julio de 2011.

sábado, 6 de agosto de 2011

Iconografía 6





























“Uno de los patios de juego del Colegio Nelis en la barcelonesa calle de Calvete linda con una casita cuyo jardín (o huerto) se cierra con un pequeño muro de mampostería. La hija de los propietarios de esta casita –un matrimonio bohemio dedicado al adiestramiento de cerdos para circo- acostumbra a asomarse al patio subiéndose a un banco o una silla que, dada la escasa altura del muro, le permite aflorar medio cuerpo por encima del borde.” (Familias como la mía. Pág. 322)

Un macho de cernícalo que nos salvó la vida

El extremo derecho del parachoques de la furgona tras seccionar el cuello de Nekane y machacar la cabeza de Eneko se ensañó con la caja torácica de mi esposa Dolore y, a mí mismo, me dejó parapléjico en un respiro. Pero el grito de un macho de cernícalo al levantarse de una rama seca de un chopo me distrajo durante la maniobra de encendido del motor y supuso que la incorporación a la N 330 desde la N 240 se retrasara lo suficiente para no ser arrollados.

jueves, 4 de agosto de 2011

Cónyuges

Me invitaron a una comida campestre. Odio las comidas campestres. El calor. El sol. Un perro gigantesco olisqueándolo todo. Pero la casa quedaba a pocos metros y, en cuanto podía, me escapaba y, desde la galería, sentado en un sillón de mimbre, contemplaba interesado al grupo de comensales. La luz, tamizada por la sombra de un arce, daba al conjunto un colorido que no le correspondía, mejoraba el aspecto general y, en un momento dado, tuve la impresión de que Linda Fiorentino, con 30 años (“The Moderns”), era mi verdadera mujer y, esta, situada a su lado, una tía o madre de alguno de los presentes. No fue una ilusión óptica, Linda Fiorentino, a sus 30 años, estaba allí (era hija de no sé qué escultora) y era tan normal que fuera mi esposa (nuestro aspecto, nuestro oficio) que resultó chocante que la impresión se desvaneciera.

martes, 2 de agosto de 2011

Bibliofilia 19

Localización de dos ejemplares de una edición “supuestamente inexistente, perdida o fantasma” del Tesoro de las Tres Lenguas (1614) de Girolamo Vittori, italiano afincado en Ginebra a comienzos del siglo XVII que realizó una adaptación ampliada del diccionario de César Oudin.



La historia de la lexicografía con el español ha avanzado considerablemente en los últimos años. Por un lado, las universidades están realizando tesis doctorales sobre autores y diccionarios del Siglo de Oro o de periodos posteriores (Franciosini, Sumarán, Minsheu; lexicografía hispano-francesa, nomenclaturas hispano-latinas); por otro, las instituciones han creado instrumentos que facilitan la consulta de los repertorios de los siglos pasados, como las digitalizaciones de los Diccionarios clásicos de la Fundación Tavera, el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española de la Real Academia Española o el reciente Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español (s. XIV-1726) aparecido en Arco/Libros. La metalexicografía, así, adquiere poco a poco materiales y estudios más amplios que ayudan a mejorar el conocimiento de la historia y la formación de nuestro léxico. Sin embargo, son aún muchas las lagunas que quedan en el análisis de algunas obras, en la determinación de sus fuentes y ediciones o en la dependencia entre unas y otras, lo cual justifica que no tengamos todavía una historia de la lexicografía completa desde los orígenes hasta nuestros días. El propósito de este artículo consiste precisamente en hacer una pequeña aportación a esta historia de los diccionarios y más específicamente a la del Siglo de Oro, mediante la localización de dos ejemplares de una edición supuestamente fantasma del diccionario de Vittori, italiano afincado en Ginebra a comienzos del siglo XVII que realizó una adaptación ampliada del diccionario de César Oudin.

La historia del diccionario de Vittori es ya conocida entre los estudiosos de la lexicografía diacrónica, pero por la enmarañada que es y por las confusiones con que aparecen citadas sus ediciones en las bibliografías merece la pena que nos detengamos brevemente en ella. Girolamo Vittori había nacido hacia 1549 en Bolonia, pero, ante las persecuciones religiosas surgidas durante la Contrarreforma, se estableció en 1567 en Ginebra por su conversión a la causa protestante. Allí pasó el resto de su vida, sin que sepamos nada de sus actividades excepto la colaboración que realizó para la publicación de un diccionario trilingüe con el español y francés, al que él añadió la traducción italiana. La crítica ha determinado, y nosotros lo hemos también comprobado, que el diccionario francés-español / español-francés sobre el que se basaron los impresores ginebrinos era el de César Oudin, lo que hace que estas dos lenguas presenten, salvo algunos ligeros cambios, pocas diferencias respecto de su fuente. Sin embargo, el añadido de la tercera lengua hizo que se publicara en posteriores ocasiones creando una rama autónoma independiente, con ediciones en 1609 (la primera), 1616-1617 (la segunda), 1627, 1637, 1644 y 1671. Esto, al menos, en lo que respecta a los datos sobre los que no hay ningún género de dudas. Ocurre no obstante que, a lo largo de la historia, debido a la confusión con las ediciones del diccionario bilingüe de César Oudin (ediciones en 1607, 1616, 1621-1622, 1624-1625, 1645, 1660 y 1675), por una parte; a erratas quizá intencionadas en alguna edición trilingüe de Vittori (1606 donde debería decir 1616), por otra; y, finalmente, a una extraña mezcla con el título de otra obra trilingüe similar, del llamado anónimo de Trognesio, debido a todo esto, pues, ha resultado un conjunto de informaciones cruzadas en catálogos y bibliografías, donde la autoría de cada uno de estos diccionarios no resulta nada clara. Si a esto añadimos además otras complejidades, como los problemas de exportación de las obras ginebrinas por su defensa del calvinismo, que daban lugar a falsedades en los datos de imprenta y a otras tácticas encubiertas, y la existencia de emisiones con diferentes pies de imprenta según sea la portada de la primera o segunda parte del diccionario cuando dos o más libreros distintos compartían los gastos de impresión de la obra, podemos comprender todavía más justificadamente los deslices que encontramos en los catálogos. Esta maraña bibliográfica ha provocado que un estudioso como el profesor Bruña Cuevas (2007) haya realizado una reciente comunicación para determinar qué ediciones de las indicadas en BICRES deben considerarse de Vittori y cuáles de Oudin, ya que BICRES, como bibliografía de bibliografías, recoge las fichas de anteriores repertorios y vuelve a transmitir, conforme a sus fuentes, contradicciones y atribuciones indebidas.

El Tesoro de las tres lenguas francesa, italiana y española, aparece atribuido en BICRES
II unas veces a C. Oudin (ediciones de 1616, 1617, 1627 y 1677) y otras a quien creemos es
su verdadero autor, Girolamo Vittori, figurando incluso asignada alguna de sus ediciones a
ambos lexicógrafos. En nuestra opinión, esta doble atribución de autoría deriva de la
conjunción de dos factores: por un lado, la fidelidad de Niederehe a las fuentes bibliográficas
que le han servido de base; por otro, la confusión que reinó durante mucho tiempo en torno a
este diccionario, la cual no podía por menos que quedar reflejada en las fuentes que Niederehe
transcribe (Bruña Cuevas 2007: 118).

Junto a estos numerosos problemas bibliográficos indicados, aparece otro más que es en el que queremos nosotros centrarnos: la existencia o inexistencia de una supuesta edición del diccionario trilingüe de Vittori impresa en Amberes en 1614.

Nicole Bingen, que estudió con detalle los problemas citados de este diccionario y llegó a hacer una tabla con de sus ediciones (Bingen 1987: 236-237), y Annamaria Gallina (1959: 227-246), que también analizó el Vittori en su trabajo sobre la lexicografía bilingüe italo-española, conocieron la referencia por la que se citaba esta supuesta edición, pero la consideraban inexistente, inencontrable, noticia fantasma.

Que Peeters-Fontainas no la señalara no ha de verse sin embargo con extrañeza. Excelente bibliófilo y bibliógrafo, recopiló una de las mejores bibliotecas hispánicas en su residencia de Lovaina, hasta que fue dispersada tras la venta en Sotheby’s en 1978, y ciertamente describió con rigor todo aquello que vio; pero de aquello de lo que no tuvo ejemplar o no pudo ver en bibliotecas o a través de microfilm, no dio descripción. Es el caso que esta supuesta edición de Amberes, 1614, existe. Pero es tan sumamente rara, parecen existir tan pocos ejemplares, que, con nuestros esfuerzos y los medios informáticos actuales, tras realizar las búsquedas pertinentes en los catálogos colectivos de España (CCPBE, REBIUN, BPE y Catálogos Colectivos de las Comunidades Autónomas), del Reino Unido (COPAC), Suiza (RERO), Alemania (GBV), Francia (CCFr), Italia (ICCU), el metabuscador de la Universidad de Karlsruhe (KVK) y Worldcat, y en los ficheros manuales de la Biblioteca Nacional de España, de la Universidad de Ginebra y la Universidad Complutense, sólo hemos conseguido localizar dos ejemplares: uno en Tours, en la Université François Rabelais, Faculté de Lettres, Service de la documentation, que perteneció a Ferdinand Brunot, FB941, y otro en la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” de la Universidad Complutense de Madrid, colección de Filología, FLL 10685. Con todo, es de suponer que más ejemplares existan en bibliotecas privadas o se localizarán en el futuro tras la recatalogación de fondos de las bibliotecas públicas, pero por el momento son sólo estos dos de los que podemos dar cuenta.

El análisis del ejemplar de Madrid nos ha deparado con todo alguna sorpresa. Encuadernadas las dos partes que lo forman en un solo volumen, el ejemplar fue “De la librería del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid” y se trataba de un “duplicado”. Buena parte del cuerpo está deformado, tiene algunos cuadernos con hojas muy arrugadas y en ocasiones plegadas, quizá por una mala posición en la estantería, pero no afecta a la legibilidad del texto. El texto, sin embargo, como vamos a ver, es bastante menos relevante en este libro que su importancia bibliográfica. Efectivamente, podría pensarse que esta edición de Amberes contiene diferencias sustanciales o innovaciones en el texto con respecto a las impresas en Ginebra, al ser un lugar de edición distinto (todas las ediciones, de 1609, 1616-1617, 1627... se imprimieron en Ginebra). Sin embargo, confrontando esta de 1614 con la anterior de 1609, de la que también hay un ejemplar en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, proveniente también del Colegio Imperial de los jesuitas, no hay duda de que ambas son la misma. Es más, se puede observar que se trata del mismo texto en las dos con exactitud, de una misma nomenclatura con idéntica macroestructura y microestructura, mismas disposición por página, mismas separaciones de palabras, etc., con diferencias únicamente en las portadas: las de la segundas partes de 1609 y 1614 son exactamente iguales, salvando la mención “A GENEVE, Par Philippe Albert & Alexandre Pernet” (1609) frente a “A ANVERS, Par Corneille Lectin” (1614); las de las primeras partes disponen las palabras por renglones de la misma manera, y sólo se distinguen, como arriba, por los pies de imprenta y por una marca de impresor distinta: en 1609 la personificación de la Fama tocando la trompeta dentro de un óvalo vertical y a sus pies el globo del orbe y la virtud, y una serpiente a cada lado, y, en la de 1614, un áncora y delfín y el lema: “Festina Tarde”. Hay que indicar, no obstante, que la disposición del título en la página es la misma en ambas y que el tamaño de la xilografía de la portada también, lo que pudo haber favorecido la sustitución de uno por otro al componerse la página.


Lo descrito nos da por tanto la explicación de lo ocurrido: se trata de dos emisiones de una misma edición, con cambio de portada. La impresión de un pie falso que indicara “A Anvers” se justificaría por el propósito de despistar la censura inquisitorial al exportar los ejemplares (en España las ediciones impresas en Ginebra eran especialmente perseguidas; en los Países Bajos meridionales la jurisdicción caía bajo la Universidad de Lovaina): Amberes era así un «nome fittizio, como Cologny, dato che moltissime opere del '600 stampate a Ginevra portano appunto come luogo "Anvers"; e il motivo è sempre da ricercarsi nelle limitazioni all'esportazione di libri dovute alle lotte religiose» (Gallina 1959: 238). El cuerpo del diccionario con fecha de 1614 es el mismo del de 1609, pero, para remozarlo y evitar confiscaciones, se añadió una portada con una marca nueva a la primera parte, la más visible, y se imprimió igual la portada de la segunda parte cambiando allí sólo el pie antiguo de Ginebra por este nuevo de “Amberes”. Teniendo por tanto en cuenta la falsedad del lugar de impresión, la búsqueda de un supuesto impresor o librero llamado “Corneille Lectin” no debe ser vista tampoco como existente, y de hecho ni en los catálogos colectivos citados arriba, ni en el repertorio de impresores de Mellot y Queval de la Bibliothèque nationale de France figura alguien llamado así. Que estos ejemplares se pusieran a la venta en 1609 o en 1614 es algo que escapa ya a nuestro conocimiento.

La supuesta edición de 1614 (emisión, por tanto) resulta, pues, similar en todo a los avatares que encontramos en las otras ediciones del diccionario de Vittori, en los que a veces aparece el nombre de “Cologny” como lugar de edición (lugar cercano a Ginebra, casi hoy unido a la aglomeración urbana de la ciudad), o “Cologne” (con que se pretendía despistar de nuevo a los censores, haciéndola pasar por libro impreso en Colonia, Köln). Además, hemos observado que, en algunos otros ejemplares conservados, el lugar “A Cologni” ha sido tachado con un tampón o unos signos de imprenta, y ha sido sustituido por una nueva estampación manual con tipos menores que dice “A Geneve” (así en algunos de las distintas ediciones que se conservan en la Biblioteca Nacional de España), lo que muestra de nuevo los enormes problemas bibliográficos con que se encuentra el investigador del libro actual al tratar este diccionario.

Podemos concluir, en definitiva, que las ediciones del diccionario ginebrino fueron las siguientes: 1609/1614, 1616-1617, 1627, 1637, 1644 y 1671. Puesto que desde 1627 se le añadió una tercera parte con italiano-francés-español basándose en el diccionario de La Crusca, se puede afirmar que nos encontramos ya con un diccionario diferente del bilingüe hispano-francés de César Oudin. La adaptación realizada por Vittori y los impresores de Ginebra configuraban ya una rama autónoma con respecto al diccionario que le había servido de fuente.


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Artículo publicado en Res Diachronicae, revista de la Asociación de Jóvenes
Investigadores de Historiografía e Historia de la Lengua Española (AJIHLE), ISSN: 1887-
3553, vol. 6, 2008, pp. 105-110 y en red: .

Luis Pablo Núñez. Facultad de Filología. Departamento de Lengua Española y Teoría de la
Literatura y Literatura Comparada. Universidad Complutense de Madrid. Avda. Complutense,
s/n. Edificio B. 28040 Madrid.

lunes, 1 de agosto de 2011

Myakka






Hoy se cumplen diez años del hallazgo, en las Gradas de Soaso (provincia de Huesca), del cadáver despedazado del fotógrafo zaragozano Marcos Gálvez Úñez. La única instantánea que se pudo recuperar de su cámara muestra lo que parece ser un gigantesco primate ¿batiéndose en retirada tras perpetrar un ataque?