jueves, 27 de octubre de 2011

Obituario

Me pidieron que escribiera unas líneas acerca del que fuera director del Centro Pirenaico de Biología Experimental (C.S.I.C.) recientemente fallecido. Se trataba de editar un opúsculo que recogiera los recuerdos de los que lo habían tratado; dije que mi paso por el Centro fue fugaz, pero insistieron; al final, el texto no les debió de gustar, y no se incluyó. Este es: 


Don Enrique Balcells Rocamora, “El Doctor”.

Siempre dio la impresión de que estaba fuera de lugar, de que llegaba tarde o de que llegó allí demasiado pronto. Doctor en Ciencias Naturales cuando lo que se llevaba era la biología; célibe casto en caminos recorridos por la promiscuidad; cazador de postas y mostacilla cuando ya había llegado el conservacionismo; catalán sin acento, obligado a la inmersión; persona de posibles en terreno de furibundo socialismo; crédulo en el siglo de la incredulidad; triste caballero barcelonés desarraigado y débil. Difícil será recordarlo fuera de sus reductos de piedad y de los paseos por la ménagerie de su centro de investigaciones. Muchos se beneficiaron de él, y él sabía que tampoco así lograba la fidelidad completa. Parece pues lógico esperar que algunos le lloren ante la tumba y que otros se desesperen al conocer los resultados del reparto.    

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[Doctor Grasa en Familias como la mía. Pág. 137 y siguientes] 

miércoles, 26 de octubre de 2011

Casualidades

La casualidad, sin duda la casualidad, hace que se encadenen de modo endiablado determinadas circunstancias. Veo que en el manual Los libros esenciales de la literatura en español (Lunwerg, 2011), de Ignacio Echevarría, se incluye El estrangulador (Mondadori, 1994) de Manuel Vázquez Montalbán. La referencia a esta novela, como en el total de las cien que conforman el censo, se sustancia en una sinopsis y en la reproducción de la cubierta. Destaco, en la sinopsis, el párrafo ‘el delirante monólogo que desde su celda de manicomio endereza Abel Cerrato, alias el Estrangulador de Boston...’ y, en la cubierta, el cuadro “Dánae” de Gustav Klimt. Cuando en 1970 regreso, temporalmente, a Barcelona, oigo comentar que Vázquez Montalbán, al que no conozco personalmente, celebra mi reincorporación a la ciudad prodigiosa con la escritura de un texto titulado ‘Volvió Lerín’, siendo ese año cuando redacto el poema ‘Profesora y alumna’ y su corolario ‘Rinola Cornejo y el estrangulador de Boston’ (Papeles de Son Armadans, 1972) que, de forma conjunta, aparecen por primera vez en Cónsul (Península, 1987). En 2008, cuelgo en mi blog el óleo ‘Dánae’ http://ferrerlerin.blogspot.com/2008/12/dnae.html como secuela de la visión de una obra anónima, con aspecto Klimt, descubierta en las calles de Palermo en un reciente viaje http://ferrerlerin.blogspot.com/2008/12/palermo-noviembre-2008.html . Y a propósito de Abel Cerrato, y de la homofonía poco precisa, decir que en 1971 publico La hora oval (Llibres de Sinera) donde se incluye el relato ‘Murió Ferrara’, escrito en 1968, en el que el nombre del protagonista, Nitto Ferrara, quizá constituyera un homenaje anticipado al cineasta Abel Ferrara (Nueva York, 1951) que precisamente en ese año de 1971 estrenaría “Nicky’s Film”, su primera cinta.

lunes, 24 de octubre de 2011

Mundo editorial

Estoy leyendo el ensayo Gide/Barthes. Cuaderno de niebla (2011) de mi buen amigo J. Benito Fernández; en él se plantea una aproximación entre ambos autores sustentada en detalles de sus biografías. Compruebo que algunos de esos detalles forman parte también de mi biografía por lo que sugiero al editor (Montesinos) que proponga, a los familiares de escritores fallecidos que hayan tenido experiencias o experimentado sentimientos como los de Gide y Barthes, la publicación de ediciones personalizadas; se trataría de añadir una breve semblanza y una relación comentada de los pasajes compartidos. En mi caso, por ejemplo, apunto ya algunos pasajes que se me podrían atribuir.

Pág. 31 (capítulo La Madre): “Barthes lleva una vida metódica, ordenada, de escritor: se levanta a las siete, abre la casa, le echa migas de pan a los pajarillos. Y así día tras día.” Ese soy soy

Pág. 35 (capítulo La Madre): “Roland escribe: ‘Se me llenó el corazón de tristeza, casi de desesperación, pensé en mamá, en el cementerio donde se encuentra, no lejos de aquí, en la Vida.’” En mi infancia llamaba a mi madre “Vida”

Pág. 74 (capítulo Enfermizos): “Un Gide friolero. En su casa, sentado al piano con bufanda y gorro de lana o arrebujado en una bata con fular y gorro; escribiendo tocado con una boina de vuelo, chaqueta y bata. Siempre abrigado, muy abrigado.” Desde que cumplí los cincuenta años siempre tengo frío; en casa, pese a la calefacción, voy abrigadísimo y al sentarme, además, me echo una manta encima

martes, 18 de octubre de 2011

viernes, 14 de octubre de 2011

La lista Echevarría





Los libros esenciales de la literatura en español. El admirado y temido crítico Ignacio Echevarría elige las 100 novelas más importantes de los últimos 60 años. La lista empieza en Onetti y termina en Ferrer Lerín. Por en medio, aparecen los clásicos (Bioy, Cortázar, Benet, Delibes), los clasiquísimos (Borges, Sabato, Rulfo...), los que tienen Nobel (García Márquez, Cela, Vargas Llosa), los chicos de los 'prodigiosos 80' españoles (Gándara, Muñoz Molina, Álvaro del Amo), algún que otro indie de los 90 (Loriga, Fresán, Casavella) o del más acá (Fuguet, Cebrián)... Está Umbral, está Marías... Y sale Bolaño, claro. De hecho, es el único que sale dos veces (por 2066 y por Los detectives salvajes).
En la firma de la lista aparece el nombre del editor, crítico y colaborador de 'El Cultural', Ignacio Echevarría, que no es poca firma y en la cabecera del libro, su título, un poco insuficiente: Los libros esenciales de la literatura en español (Editorial Lunwerg).
Insuficiente, porque habría que explicar que la selección tiene un marco temporal (de 1950 a 2010) y que donde dice libros, debería decir novelas o casi novelas. Es decir: el momento y el campo en el que América Latina se convirtió en uno de los centros mundiales de la narrativa (a pesar de ello, en la lista hay más escritores españoles que de ningún otro país).
Al final, la selección de 100 títulos atrae por los que salen y, como siempre ocurre en estos caso, por los que no salen. El propio Echevarría, en la introducción de su selección, cae en ello.
"El lector no ha de escandalizarse demasiado si no encuentra en esta lista autores que, en un contexto sujeto a más exigencias (ya fuesen de orden académico o simplemente pedagógico), hubieran debido constar a la fuerza. Por lo demás, la selección asume abiertamente las limitaciones propias (y bien patentes) de la perspectiva con que ha sido elaborada, que son las de un lector de sexo varón, nacido en Barcelona, España, en el año 1969, con un interés más o menos continuado por la narrativa que se escribe en su propia lengua. Este interés, sin embargo, no es el de un especialista ni el de un investigador, ni se sustenta en un conocimiento de primera mano de las múltiples tradiciones nacionales aquí contempladas, ni muchos menos. Esto explica, aunque no excuse la escasa o nula representación que tienen aquí algunas de esas tradiciones. Y explica también que, en general, la proporción entre libros escritos por autores españoles y libros escritos por latinoamericanos no se corresponda ni remotamente a la que se desprendería de una selección hecha con una perspectiva más ecuánime. Hay otras desproporciones en esta lista que también pueden dar lugar a escándalo, pero no es cuestión aquí de salir al paso de los infinitos reproches que cabe hacer a un libro de este tipo, bien dispuesto a aceptarlos todos y, sin embargo, confiado en ser de alguna utilidad".

El Mundo.es Madrid 14/10/11

lunes, 10 de octubre de 2011

Suntuosidad.













Pablo de Rojas. Jesús Nazareno. Priego de Córdoba. (Aumentar el tamaño pinchando la foto)

miércoles, 5 de octubre de 2011

Dos barros de José Risueño
























Pinchar en el título de la entrada.































lunes, 3 de octubre de 2011

Doble representación temporal








Más allá de la improbable atribución a Goya de este retrato de un oso hormiguero (se abre el enlace al pinchar sobre el título de esta entrada) llama la atención la doble representación temporal del ejemplar: al fondo, duerme enrollado.