sábado, 31 de marzo de 2012

Textos anónimos 25

Un chico llega a una ciudad de Texas para visitar a su tío, cuyo hotel sirve de guarida de todo tipo de forajidos. Dos timadores tratan de vender una falsa ametralladora Gatling a su tío y a su enemigo, Purvis. Finalmente, el hotel y 'saloon' volarán por los aires durante el tiroteo. 

miércoles, 28 de marzo de 2012

Textos anónimos 19

Sierra Nevada Jones es la joven e intrépida heredera de un rancho en el territorio de Montana. Tras la muerte de su padre en un enfrentamiento contra unos indios y unos blancos que pretendían apoderarse del terreno, Sierra Nevada debe luchar con todas sus fuerzas para conservar la propiedad del lugar. Por suerte para ella, contará con la inesperada ayuda de Farrell, un policía encubierto.

lunes, 26 de marzo de 2012

jueves, 22 de marzo de 2012

TV

No tengo muy claro lo que me sucede con la televisión. Hará unos meses experimenté fenómenos de sinestesia viendo una película australiana http://ferrerlerin.blogspot.com.es/2008/07/trayectorias.html y, luego, volví a experimentarlos con los informativos de Telecinco http://ferrerlerin.blogspot.com.es/2008/08/trayectorias-bis.html Ahora, llevo varios días con la sensación de que los protagonistas de las películas de la Sexta3 miran a la cámara, eso sí durante fracciones de segundo; un hecho que no sucedía en anteriores visionados (son películas antiguas) y que me hace dudar de si miran realmente a la cámara o me miran a mí en un acto de control, de comprobación de presencia. Además, este mediodía, al apagar el monitor, la voz del presentador ha permanecido en el aire durante más tiempo del acostumbrado, hablando, aseguraría, del mejor herrador del mundo, un alemán residente en Italia que se traslada cada semana a un pueblo de la provincia de Sevilla para atender a un caballo llamado “Calvo y exterminio”.

martes, 20 de marzo de 2012

El piano de tía Emmy



Ha sido hoy, en este vigésimo aniversario de la compra de La música del azar, releyendo el pasaje de la venta del piano, cuando han vuelto las imágenes de la vivienda de mis abuelos maternos, en concreto la imagen del piano, el piano que se ubicaba en una pieza lateral, no pequeña, adosada a aquella gran habitación llamada “la galería”. Un piano ante el que nunca vi a nadie sentado y, que yo, de modo casi furtivo, me atrevía alguna vez a tocar, torpemente. Muere mi abuela, queda sola tía Emmy y, poco a poco, va desprendiéndose de las cosas de valor, quedando el piano para el final; no porque sintiera por él especial apego sino por el limitado interés de los anticuarios hacia un mueble de mal transporte, peor almacenamiento y difícil venta. Jim Nashe consiguió cuatrocientos cincuenta dólares; Emmy Lerín no conseguiría mucho más.

domingo, 18 de marzo de 2012

Aragonán

Una historia sólo relatada de palabra, en charlas y mesas redondas, que se inicia con una llamada telefónica recibida pocas semanas después de la publicación de la novela Níquel. Alguien, con voz aterciopelada, pregunta si habla con Francisco Ferrer Lerín y, al decirle que sí, pasa a identificarse como El Gran Masturbador de Aragón. Llama para darme las gracias por haber escrito la novela Níquel, el primer libro que le ha permitido masturbarse tres veces durante su lectura, aclarando a continuación que no fueron tres veces sino muchas más, eso sí concentradas en los tres pasajes proclives, según él, al ejercicio de dicha práctica. Le agradezco el cumplido y quedamos tan amigos. Al cabo de un tiempo, en una recepción en Zaragoza, un caballero viene a mi encuentro y se presenta como XXX, señalando, no obstante, que ya nos conocíamos telefónicamente, pero que en aquella ocasión sólo me facilitó su nombre postizo. Me entrega una tarjeta de visita, convencional, sin tratamientos, y dice que en su casa de Huesca tiene una colección de estatuillas eróticas que podrían interesarme. Nos despedimos. Y, hará una semana, el día anterior de un viaje a la capital de la provincia por cuestiones tributarias, decido, irreflexivamente, llamarle. Marco su número de teléfono fijo. Tardan en descolgar. Pero, al fin, surge la voz atercipelada. Le digo quién soy y él, de modo atropellado, balbucea algo así como: ¡hombre Ferrer, qué alegría, ahora mismo le atiendo, es que precisamente me estaba masturbando! No sé si por homofobia o simplemente por higiene, suelto el auricular, y cuelgo. Un titán, sin duda, pero no he querido volver a saber de él.

jueves, 15 de marzo de 2012

Humor

Sería 1973. Acababa de publicar, en Papeles de Son Armadans, el relato biográfico (prosa poética según Carlos Jiménez Arribas) “Rinola Cornejo y el Estrangulador de Boston”, cuando cierto compañero de universidad me entrevistó para una revista literaria que él dirigía. Parece que vea la escena: sentados uno frente a otro en unos sillones de eskay del bar Don Pancho de la Travesera de Gracia de Barcelona, la mesa repleta de folios y, en su mano regordeta, una primitiva grabadora que funcionaba a tirones. De la entrevista, de la que no conservo prueba, sólo recuerdo la insistencia con la que el entrevistador, hoy reconocido y pulcro poeta canario, me preguntaba acerca del tono humorístico que flotaba en ese y en otros trabajos míos; el hombre no lo entendía y, quizá, no lo toleraba. Luego, no sé exactamente cuándo, conocí las declaraciones de mi ídolo Jorge Luis Borges sobre la inconveniencia de incluir chistes e ironías en la literatura, reservándolos para tertulias y otros intercambios orales. Quedé marcado; yo no contaba chistes (no he contado nunca, ni sé contarlos ni recuerdo siquiera uno si tuviera que hacerlo ahora) y el humor que el vate insular me atribuía no era el humor al uso, quiero decir que no era el humor chocarrero y obvio de otros escribanos pero, estaba claro, en mi escritura había un elemento no canónico que podía obrar en la dirección del desprestigio a la hora de evaluarla. Menos mal que ayer comprobé, en los Apuntes Biográficos sobre Joseph Haydn, de su coetáneo Georg August Griesinger, traducidos, prologados y anotados por mi amigo Luis Gago, que los genios también pueden ejercer el humor aunque sea, en el caso del príncipe de la armonía, en un campo, el de las pantomimas, bromas gordas y picardías inocentes, que no es el mío.

lunes, 12 de marzo de 2012

¿Es la simetría una exigencia de carácter burgués?



Al hilo de Entre la inspiración y el proyecto. La zona intermedia de Jesús Martínez Clarà, mi actual libro de cabecera, surge un comentario sobre el modo de colgar los trapos de cocina. Señalo la dificultad, la prevención, casi el dolor, en las fases del proceso de avance y entrada en la cocina ante el posible espectáculo de dos trapos colgados asimétricamente en los tres ganchos situados junto al frigorífico. El desasosiego, la perentoria necesidad de colgarlos “bien” (un gancho en medio), anula cualquier satisfacción posterior; además existe el temor de que en unos minutos vuelvan a estar agrupados (a derecha o izquierda, da igual) dejando un gancho desnudo en uno de los extremos. Leo compulsivamente a Jesús Martínez a la búsqueda de consuelo.


“En los grabados de los libros del monje benedictino del SXV Basilii Valentin (...) como en toda la iconografía alquímica, la simetría marcada por la relación entre dos ámbitos: arriba y abajo, derecha e izquierda, crea una similitud entre unas coordenadas espaciales que se convierten en un pilar hermético repleto de claves y sujetas a todo tipo de interpretaciones. (...) El antiguo concepto griego de simetría alcanza una cota alta, una cima en los mosaicos y mausoleos paleocristianos de Rávena y Bizancio. (...) En estos mosaicos actúan dos tipos de mimesis: una horizontal en la propia distribución de las figuras en el espacio, y otra vertical reflejo de la divinidad en el mundo. (...) Una estética de lo asimétrico sería impensable en las etapas fundamentales de la historia del arte occidental (...) sin embargo caeríamos en una negación de principios científicos y estéticos al no reconocer el papel de algunos argumentos que cuestionan el papel exclusivo del ideal de simetría. La naturaleza ofrece modelos de conducta (...) que no están sujetos a la mimesis, ni a la simetría. (...) En el arte chino o japonés la habitación del té se considera la casa de la asimetría. (...) El tema central es pues la fricción, la lucha o la aceptación de la perturbación que nos pueden crear los agentes asimétricos.”   





domingo, 11 de marzo de 2012

Fractura e integridad

Uno de los textos más polémicos del libro Edad del insecto es el titulado “Poema de Seferis con tres versos incompletos por rotura de la cuartilla”. Se trata de la transcripción de una poesía mecanografiada en una cuartilla a la que le falta una esquina. El título, que remite a la totalidad del contenido de la página del libro, se presta a confusión ya que, visualmente, sirve también de título del poema, carente de este adminículo. Tampoco consta el nombre del traductor y el nombre de la fuente. Edad del insecto será publicado por Leteradura en otoño de 2013.

Como dice Jesús Martínez Clará, en La zona intermedia, ‘la fractura’ nos produce ‘un profundo malestar pues es cierto que tenemos una irresistible tendencia hacia lo unitario’. Quizá esta sea la razón por la que “Poema de Seferis con tres versos incompletos por rotura de la cuartilla” produce incomodidad en el lector, y la búsqueda de esta incomodidad sea el motivo de su inclusión en Edad del insecto, breviario provocador.

sábado, 10 de marzo de 2012

Cintas progresivas



Estos son los hechos: un bromista coloca una cinta cada día más gruesa en el interior del sombrero de una persona que acaba suicidándose al creer que la cabeza le está creciendo. El problema reside en saber quién es el autor de esta emocionante historia. Podría tratarse de un cuento de César González Ruano. Pero no. He consultado a los mejores especialistas en la obra del escritor falangista y nadie lo da como suyo. ¿Y si no fue Ruano...? He consultado a los mejores especialistas en relatos breves. No tienen ni idea. ¿Habré sido yo? ¿Lo habré imaginado en una tarde de póquer, en una de esas tardes en que no vienen cartas y quedas ahí flotando en medio de una nube?  


lunes, 5 de marzo de 2012

Ya saben

Ya saben. Domingo tarde. 501 colapsada. Estoy en el porche, en el chalé de El Bosque, en Villaviciosa de Odón. Han encendido los faros y el reguero de luz permanece inmóvil. Calculo. Un par de horas. Pero aquel día algo debió de ocurrir. Una explosión, según Mariajo. A las once, todo estaba igual. Yo ya, intranquilo. Los coches parados, pocos con las luces encendidas. La radio no iba. Tampoco la televisión. Tampoco el móvil. A las doce, la oscuridad era total. Pero de allí llegaba el único sonido, el rumor de algún motor. Salté de la cama. Las siete y cuarto. Tenía junta a las diez. Fui a ver la autovía. Despejada. Me duché. Desayuné algo. Me vestí. Y a las ocho en punto salía del garaje. Seguía sin tráfico. ¡Qué raro un lunes y a aquella hora! Eso sí, en todo el trayecto, los arcenes ocupados. Por grúas. Por ambulancias. Por coches fúnebres. Retiraban vehículos. Retiraban heridos. Retiraban cadáveres. La noche aciaga, para algunos. Yo llegué muy bien. Jamás viajé tan cómodo.