domingo, 17 de junio de 2012

Angelita Domené

Decidió que este verano iba a dejar que la tocaran. Pensó primero en los socios del club ajedrecista, luego en los soldados del batallón “Las Torcaces” e, incluso, en los buscadores de pimientos silvestres del Carrascal de Pebredo. Pero había riesgo, no se veía capaz de controlar a esos tipos y tampoco se veía capaz de controlarse a sí misma; ¿qué efecto podrían causarle los tocamientos? Quería que la cosa no pasara de ahí; quizá el año próximo se atrevería a culminar el proceso. Propuso, entonces, a sus padres, que la apuntasen a una colonia estival, a la que organizaba el Club de Montañeros del Recio Bucardo, famosa por las acampadas en lo más agreste de las montañas. Aceptaron sus padres, era un reto para su hija, y también aceptó el jefe de los monitores, el reverendo Pastinaca, al observar las suculentas credenciales que a la niña le tremolaban con el andar poliomelítico.      

5 comentarios:

Anónima dijo...

Qué fuerte

Anónimo dijo...

Brutal

Anónimo dijo...

Espeluznante visión la de Angelita, una vez suerada la fase de tocamientos y en plena culminación del proceso, realizando una torsión poliomelítica con el cura Pastinaca asiendo unos tobillos como manillares de bicicleta sin protección plástica.

Perpetuum dijo...

Extraordinaria mujer esta Angelita "Dómine" (al parecer Domené viene de esa palabra latina). ¡Qué resolutiva y sensata! ¡Cuánta madurez emocional! ¡Bravo!
No imagina Angelita que su discapacidad obre tan voluptuosamente sobre el resto de su geografía física; por suerte el reverendo Pastinaca (descubro por casualidad que la pastinaca, además del pez que yo creía es una raíz parecida a la zanahoria) se lo hará saber muy pronto.

Anónimo dijo...

Las credenciales tremolando a la niña poseen connotaciones copleras, aunque no podría garantizarlo; me agrada mucho.