sábado, 15 de diciembre de 2012

Libro de Tobías

Si veía muerto a alguno de mi linaje, arrojado junto a los muros, le daba sepultura. Si el rey mataba a alguno, yo, en secreto, lo enterraba; que en su furor mató a muchos, cuyos cadáveres buscaba luego él, y no los hallaba. Pero alguien hizo saber al rey que era yo el que los enterraba, y entonces tuve que ocultarme; y sabiendo que me buscaba para darme muerte, temeroso hui. Al volver a casa, al cabo de los meses, fue mi primogénito quien me dijo que uno de nuestro linaje yacía en la plaza estrangulado, me lancé a la calle, le tomé y le metí en una habitación hasta que se puso el sol en cuyo momento fui a cavar un hoyo en que sepultar el cadáver siendo objeto de burla por parte de mis vecinos que se preguntaban si aún no había escarmentado que ya tuve que huir por eso y ahora volvía a enterrar a los muertos. Aquella misma noche, cuando acabé de darle sepultura, aun antes de purificarme, me dormí en el atrio junto al muro, quedando con el rostro descubierto. No sabía yo que había pájaros en el muro; y teniendo los ojos abiertos, los pájaros dejaron caer en mis ojos su estiércol caliente, que me produjo en ellos unas manchas blancas que los médicos no fueron capaces de curar. Fue el ángel Rafael quien pudo batir mis cataratas con la hiel de un pez que capturó mi hijo Tobías en el río Tigris y que antes estuvo a punto de devorarle cuando se bañaba en sus aguas.

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Rembrandt. Tobías devuelve la vista a su padre Tobit en presencia del ángel Rafael. 1636.

4 comentarios:

Istefel dijo...

http://istefel-pasacaglia.blogspot.com.es/2012/12/orbis-marinus.html


Se saca de este pez un aceyte bueno para velones, lámparas, &c. bien que es de mal olor. Pasa por muy resolutivo mezclado con harina, y aplicado sobre los tumores.

Anónimo dijo...

¿Nácar Colunga? Pero no coincide del todo.

Otro anónimo dijo...

El mundo al revés este Tobit, en vez de dejar los cadáveres para los buitres va y los en tierra

Istefel dijo...

Aristóteles, Libr 4. Cap 6. de generation. animal. Lib 10.c.42.

“ Los ojos, y la hiel de la Hurraca, son muy buenos para la ceguera y no turban la vista à los que andan por la nieve “.