jueves, 29 de noviembre de 2012

Death Hawk














































Días de hospital que no suponen olvidarme de la ornitología.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Fauna copiloto


Me esperaba. Posada en la parte exterior del cristal delantero izquierdo, quizá atraída por el calor que podía transmitirse desde el interior del coche, quizá con la nostalgia del lugar confortable, pero quizá, y eso era con lo que yo quería quedarme, con el deseo de volver a verme, de compartir el habitáculo, nuestro hogar, que aunque en mi caso fuera temporal, en el suyo debía de suponer el único que había conocido a lo largo de su vida.

Las moscas. Las moscas del Lada Niva. Mis moscas. Bien alimentadas con los fluidos de la carroña transportada y, también, con los de las sanguinolentas bolsas de plástico hasta ser tiradas en el contenedor.

Cuatro o cinco moscas. La población actual. Todas de la misma especie, mosca doméstica, Musca domestica, remedo, como animal de compañía, de aquel ratón que se instaló a vivir dentro del Chrysler 180. Un querido vehículo ya en su etapa final cuando sólo servía para el acarreo de cadáveres y permitía cambiar de marchas sin utilizar el embrague.    

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nombres de algunos animales citados por el Conde de Buffon


Nombres de algunos animales citados en el Tomo XVIII de la 
Historia Natural, General y Particularescrita en francés 
por el Conde de Buffon, traducida a nuestra lengua por 
D. Joseph Clavijo y Faxardo e impresa en Madrid por la 
viuda de don Joaquín Ibarra en el año de M.DCCC.III.



Topo del Cabo de Buena Esperanza
Topo de Pensilvania
Topo dorado
Topo roxo de América
Gran topo de África
Topo de Canadá
Gran topo del Cabo
Hediondo rayado de la India
Vansiro
Pequeña fuina de Madagascar
Gran marta de la Guayana
Falangio
Rata perchal
Scherman o rata acuática de Estrasburgo
Musgaño almizclado de la India
Leroto de cola dorada
Gran ardilla de la costa de Malabar
Ardilla de Madagascar
Palmista
Gris pequeño de Siberia
Gran serotino de la Guayana
Vampiro
Gran murciélago hierro de lanza de la Guayana
Tendraco
Puerco espín de Malaca
Coendú de cola larga
Klipdas o gran marmota del Cabo
Puerco de Siam o de la China
Tolay
Zisel o ziesel
Zemni o ziemni
Puco
Peruasca
Sulik
Tayra o galera
Filandro de Surinam
Acuchi
Tuza o tucan
Aperea
Tapeti
Taguan o gran ardilla volante
Cangrejero
Niú o nú o toro ciervo
Nilgó
Puerco terrero
Bizaamo
Tuano
Gran guerlingueto
Pequeño guerlingueto
Aye-aye

martes, 13 de noviembre de 2012

Un lugar


Dos flechas de madera atadas a un poste metálico llevan escrito el nombre de la misma población. Una flecha señala el camino de la derecha, otra el de la izquierda. Tomo al azar uno de los dos caminos. El trayecto inicial casi llano se vuelve, de golpe, pendiente y, al coronar una meseta, a los pocos metros, desde una curva cerrada, puedo vislumbrar, casi adivinar a través de unos plátanos de sombra de gran porte y unos parterres muy tupidos cargados de rosas de cuaresma, el estado de fiesta general que impera entre los bulliciosos habitantes de la población por dos veces señalada. No sé cómo lo consigo pero entro en la casa. Irrumpo. Me desplomo exhausto sobre el sofá de cretona y, al tiempo, mi cuñada preciosa, la que abre y cierra la boca de modo constante, comienza a succionar a diestro y siniestro con atrevimiento y potencia. Es una boca carnosa pero no húmeda, y otras dos mujeres, sus hermanas, o ella misma triplicada, nos rodean y forman una pantalla. Pero sólo lateral. Arriba, en el techo, veo a mi cuñado, sujeto con sólidos anclajes, que me guiña un ojo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Alady




Leo en Wikipedia que Alady era el nombre artístico (creado por Santiago Rusiñol) de Carlos Saldaña Beut (Valencia, 1902 – Barcelona, 1968), famoso actor cómico conocido también como “El ganso del hongo”. Entre sus obras de éxito destacan Noche loca (1927), El rajá de Cochín (1928) y El viajante en cueros (1928). Amplia información sobre trabajos suyos posteriores en http://www.youtube.com/watch?v=YnzYqpEi5yM

sábado, 3 de noviembre de 2012

Otro plagio inverso


Leo en Babelia (1.092), en un artículo de Carlos Boyero, cuatro versos desordenados del poema “hôtel fraternité” que su autor, Hans Magnus Enzensberger, incluye en el libro Poesías para los que no leen poesías y compruebo que el parecido entre estos versos y los de mi poema “Los humildes” es portentoso. La primera edición de esa antología de Enzensberger, preparada por él mismo, se publica en Alemania en 1962, y la traducción española, a cargo del cubano Heberto Padilla, en 1972. “Los humildes” se publica por primera vez en el libro De las condiciones humanas (Trimer, 1964). La versión de Padilla aparece en Barral Editores y es uno de los libros que Carlos Barral nos regala a los colaboradores; libro que entonces no leí (y tampoco después) ya que hubiera descubierto al instante la gran semejanza entre ambos textos:      

  

hôtel fraternité

el que no tiene con qué comprarse una isla
el que espera a la reina de saba frente a un cinematógrafo
el que rompe de cólera y desesperación su última camisa
el que esconde un doblón de oro en el zapato roto
el que se mira en el ojo enlacado del chantajista
el que rechina los dientes en los tiovivos
el que derrama el vino rojo en su cama dura
el que incinera cartas y fotografías
el que vive sentado en los muelles debajo de las grúas
el que da de comer a las ardillas
el que no tiene un céntimo
el que se observa
el que golpea la pared
el que grita
el que bebe
el que no hace nada

mi enemigo
agachado en el balcón
en la cama encima del armario
en el suelo por todas partes
agachado
con los ojos fijos en mí
mi hermano.


  

Los humildes

Al que bulle en desafío y los manjares esparcidos;
al que conoce la modestia del helecho, numen contrito;
al que avergüenza la claridad del sol y baña su rostro en la ternura de las lágrimas;
al que recorre las provincias más antiguas saludando con los brazos, mástil altivo;
al que recuerda y sus labios ya no son buenos;
al que amasa el pan de los días entonando migajas terrenales;
al que se desvía por el frío, por el viento, por las olas o por el miedo;
al que desprecia, y los ojos sellados;
al que está seguro de su desastre;
al que teme las fuerzas desconocidas;
al que abre la puerta todas las mañanas y espera encontrar un mirlo;
al que mata y su cerbatana es recia;
al que de nombre tiene el grito de un pájaro y sus piernas aún caminan;
al que es torturado por los buscadores de algo;
al que es huraño y los suyos comen raíces;
al que pasea una urraca atada a un cordel encontrado;
al que posee una casa y un cerdo y una cabra y nada veloz en la charca de su vecino;
al que es consagrado a las labores del amor y su vientre es estéril;
al que corretea junto al arroyo, una zarza lacerando sus rodillas;
al que oye la voz del dueño retumbar en los acantilados;
al que es joven y sus espaldas anchas;
al que descubre la vida bajo una piedra plana;
al que bebe sangre, leche, grasa, y sus padres llaman mudo;
al que se cobija en los matorrales, los demás riendo;
al que da nombres a los arados, hachas, esteras y amigos;
al que siempre está solo, una encina dibujada;
al que lleva en los bolsillos trozos de papel, piedras de río y una sabandija;
y al que el paso del tiempo le produce tedio, una mano enguantada.


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Notas:

1.- En 1962 hice llegar a José María Valverde un manuscrito con varios poemas, entre ellos Los humildes, que conformarían mi primer libro, De las condiciones humanas. Cuando los hubo leído me citó en la Universidad (cita a la que acudí con Pedro Gimferrer) y, ante mi (nuestro) asombro, mostró su desaprobación por este poema; dijo no entender lo que yo pretendía y que cuestiones tan serias como la humildad y la oración las utilizaba de modo arbitrario. 

2.- Heberto Padilla era el autor de una de las tres citas que encabezaban el libro de poemas  La hora oval con el que participé, a instancias de los convocantes, en cierto certamen literario, y que luego se publicaría en la colección Ocnos. Al entregar el texto a uno de los miembros del jurado este me pidió que descartara la cita para no significar políticamente a los demás miembros ya que el libro iba a ser el ganador y no estaría bien tenerlo que modificar tras el veredicto. Por cierto, La hora oval no ganó, pero, eso sí, quedó finalista.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Un caso de bestialismo


La oveja me abrazaba embutida en mi regazo con las patas delanteras bajo mi brazo izquierdo y las patas traseras bajo mi brazo derecho. La cabeza, descansando sobre mi corazón evitaba tentaciones emasculantes. Estaba sentado y apoyaba las manos sobre una especie de mesa peluda, lana corta muy rizada de un infausto color terroso que hacía bueno el dicho “Todo catetón tiene un traje marrón”. Daba calor, y con algo desconocido, quizá un pequeño apéndice abdominal, cosquilleaba mis partes hasta conseguir el derrame. La cosa terminó sin más: satisfecho, aliviado de cuerpo y mente, había evitado otra vez la grosera penetración. Al despertarme busqué, entre las sábanas, señales del lance; pero nada, ni siquiera un poco de vellón o algún humor.